martes, 16 de octubre de 2007

TIEMPO


El tiempo está claro que es una creación de la mente humana... no nos engañemos, no existe!. Pero mientras nos damos cuenta, o no, la mente necesita de esta creación virtual para poder sustentar el gran holograma de su propia existencia.
La vida se nos pasa de minuto en minuto, de día en día, de año en año. Cuando este engaño no es suficiente, entonces se apagan las luces y el cañón del proyector de cine toma el lugar. Como en una gran pantalla de cine se nos proyectan los recuerdos. Recuerdos de un tiempo pasado. ¿Recuerdos? ¿Seguro que son recuerdos ?. Si dejáramos por un momento de pensar que el tiempo es real, que no lo es, ¿Qué serían entonces los recuerdos? Presentes, simplemente presentes que permanecen en una dimensión paralela y que se repite incesantemente hasta la eternidad. Este momento no acaba nunca, permanece, y soy yo el que cuando acabe de escribir todo esto pasaré a estar en otra dimensión y abandonaré esta en la que me encuentro ahora mismo.
Pensemos por un momento que el tiempo no existe, que no es real... cada experiencia de vida esta ahí, viva, latente y en total vigencia. Ya experimentada por nosotros, sólo nos sirve como bagaje de nuestra propia existencia y como tal la cargamos a nuestras espaldas y seguimos el camino de dimensión a dimensión con la certeza de que nuestra poderosísima mente lo disfrazará todo de tiempo pretérito para aliviar nuestras conciencias en lo malo y endulzar nuestros sentimientos en lo bueno.
Somos como frágiles recipientes de cerámica que vamos acumulando vida, y vida tras vida nuestro cuenco se llena de sabiduría experimentada con el único fin de que en algún momento este se termine por romper y toda esa vida se una a la inmensidad del no retorno. El gran holograma de la mente caerá y todo el truco saldrá a la luz de una vez por todas, pero en esta ocasión, ya no habrá vuelta atrás. Nuestro ir y venir por tantas y tantas vidas habrá cesado, nos daremos cuenta que todo era un engaño con el único fin de caminar, experimentar y vivir, para de una vez por todas ser uno con el universo, energía divina y ya, entonces, no volver jamas, para no desvelar el gran truco de la mente, el gran truco de la vida, que es en definitiva VIVIR.

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