lunes, 26 de noviembre de 2007

Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

El paquete de galletas

Una noche estaba un hombre en el aeropuerto.Debía esperar varias horas antes de que partiera su vuelo. Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas para pasar el tiempo.Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba absorto leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano, con mucha frescura cogía despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo hacer una escena trató de ignorarlo.
Un poco molesto, el hombre comía galletas y miraba el reloj. Mientras que el joven ladrón de galletas, sin vergüenza, casi también se las estaba acabando.
El hombre se empezó a irritar más y pensó para sí mismo: "Si no fuese yo tan bueno y educado, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido".
Cada vez que él comía una galleta, el joven también comía otra.
El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él.
Con suavidad y con una sonrisa nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió en dos y le ofreció una mitad al hombre, mientras él comía la otra mitad.
El hombre tomó la media galleta bruscamente de su mano y pensó: "¡Qué tipo más insolente! ¡Qué mal educado! ¡Ni siquiera me dió las gracias!. Nunca antes había conocido a alguien tan fresco..."
Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado. Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque rehusándose a mirar en la dirección donde estaba sentado aquel ladrón de galletas.
Después de haber entrado al avión y estar sentado cómodamente, buscó otra vez su libro, que ya casi había terminado de leer. Al buscar el libro dentro su maletín se quedó totalmente sorprendido cuando encontró su paquete de galletas intacto. "Si mis galletas están aquí, pensó, las otras eran suyas, y él trató de compartirlas conmigo."Demasiado tarde para pedirle disculpas al joven".
Él había sido el insolente, el mal educado, el ladrón, y no el joven.
¿Cuantas veces en nuestras vidas, hemos sabido con certeza que algo era de cierta forma, sólo para luego descubrir que lo que creíamos que era la verdad. . . no lo era?¿Cuántas veces la desconfianza instigada en nosotros hace que juzguemos injustamente a otras personas con ideas preconcebidas, muchas veces alejadas de la realidad?.
Por eso, pensemos muy bien antes de juzgar a otros.
Demos siempre el beneficio de la duda antes de pensar mal de los demás.

2010 LAS ULTIMAS Y ALGUNA MAS