Te quiero, si te quiero. Aunque el miedo casi me impida decírtelo y tiemble solo de pensar en las consecuencias de esta declaración. Debe ser amor, porque he perdido el apetito y me cambia la expresión cuando te miro, se me pone la mirada de bobo, de tonto que no puedo apartar los ojos de ti. Permanecería junto a el todos los minutos del resto de mi vida, oliéndole, chupándole, recorriendo todo su cuerpo con mis manos. Te llames como te llames G, M o J, me da igual. Lo importante, lo que mas me gusta, es tu sabor, tu color, el olor de tu piel, la forma en que al besarme tu nariz se cose a la mía, casi impidiéndome respirar. Me gustan tus besos lentos, tu mirada, que me corta la circulación a la altura de los pómulos. Cada encuentro es único, quizás sea el ultimo, o el primero de una sucesión interminable de encuentros en los que no existen las reglas ni los secretos, en el que el deseo gobierna a sus anchas. Aunque quizás se llame amor y tenga una forma ondulante como los movimientos de dos cuerpos que se encajan y que se enredan entre si buscándose, confundiéndose el uno en el otro.
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